EL FLAUTISTA DE HAMELIN - CUENTO


Érase una vez, un pueblo muy bonito llamado Hamelin. El pueblo estaba situado entre bonitas montañas, y tenía unos preciosos prados en los alrededores.

La historia de el flautista de Hamelin comenzó cuando, un día empezaron a llegar ratas de todos los lugares a vivir a Hamelin, ya que era un sitio idóneo, donde había comida en abundancia para las ratas.

El pueblo se acabó llenando de ratas, y los habitantes del pueblo protestaron ante el ayuntamiento.

El alcalde del pueblo se puso a pensar para ver cómo solucionar el problema de la plaga de ratas que había aparecido.

Mientras pensaba, se presentó misteriosamente en el ayuntamiento un joven flautista que le ofreció librar a Hamelin del problema de las ratas en un sólo día, a cambio de 1 millón de euros.

El alcalde emocionado le dijo: “Si nos resuelves este gran problema y haces desaparecer a las ratas, te pagaré tu millón de euros“.

Así que el flautista salió a la calle, cogió su flauta y empezó a tocar una melodía.

Poco a poco se iba oyendo un murmullo cada vez mayor…, eran las ratas del pueblo que salían persiguiendo al flautista de Hamelin cautivadas por la música.

El flautista se llevó las ratas hacia el río, donde finalmente se ahogaron todas.

Cuando volvió a hablar con el alcalde, éste le dio las gracias por haberles salvado de las ratas. Y a continuación el flautista le pidió su millón de euros al alcalde, a lo que el alcalde contestó: “¿De verdad te creíste que te iba a pagar un millón de euros? No tengo tanto dinero, y además lo que tú hiciste es muy fácil..”

El flautista de Hamelin empezó a ponerse furioso, y como el alcalde no quería pagarle, se dio la vuelta, salió del ayuntamiento y empezó a tocar su flauta mágica…

Poco a poco fue creciendo un murmullo en el pueblo…, ¡ahora los niños estaban siguiendo al flautista! Los padres y madres de todo el pueblo estaban desesperados, porque sus hijos no dejaban de acompañar al flautista y su melodía.

El flautista de Hamelin se llevó a todos los niños del pueblo fuera de él, y en Hamelin nunca más volvió a haber niños.

El alcalde aprendió la lección para siempre, y no volvió a mentir a nadie más, pero nunca pudo hacer regresar a los niños que el flautista de Hamelin se había llevado.

                                     FIN
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