¡BENDICE A TU ENEMIGO!
Piensa
en quien te rechaza o te incomoda
y
deséale, de todo corazón,
sabiduría,
virtud y paz.
Recuérdalo
con afecto
y
deséale que goce
del
cúmulo más maravilloso de bendiciones.
Cubre
al adversario
con
la ternura de tu cariño
y
envíale ondas de bondad,
pues,
si así lo haces,
te
dispones para vivir sereno y feliz.
Por
tu actitud equilibrada,
por
la benevolencia
de
tu reacción positiva.
Evita
intoxicarte espiritualmente
con
el odio y el resentimiento.
Los pensamientos
de paz
y los sentimientos
bondadosos
son la mejor
medicina
para el alma y
para el cuerpo.