CUENTO - LA PASCUALINA


 LA PASCUALINA
Nosotros vivíamos en la charra. Había casitas de gente pobre desparramadas por aquí por allá. Mi papá era el único pudiente. Jugábamos con los chicos de allí. Éramos varias hermanas. Yo era la mayor. Me seguía mi hermanito Julián.
En una navidad, cuando ya estuve grande, en el pueblo levantaron un nacimiento; en la chacra esto es lo que nos sucedió:
Mi hermanito se había portado muy mal y mi papá le dijo que a él no le pondría el
Niño Dios. Que no esperara.
Vivía cerca una chiquita, hija de un vecino, llamada Pascualina. Ella no sabía nada del Niño Dios ni del Papa Noel.
De ellos, que ponen juguetes a los niños que se portan bien.
Aprendió de nosotros.
En Pascua de Rey por la tarde llegó corriendo. Me que sus zapatos estaban por demás viejos y tenia miedo que Papa Noel no le pusiera nada
En una canasta de trapos encontró un par de medias, estaban muy apolilladas tenía más huecos, la Pascualina las cosió con hilo blanco. Daban mal aspecto. Las colgó en la ventana con la abertura preparada como para poner algo. Yo le dije, que Papa Noel no iba a ponerle nada. Ella empezó llorar. Eso me dio pena: hacer llorar a una criatura. Desesperada corrí donde mi mamá para pedirle plata. Mamá me negó y me resondró, diciéndome que esa gente no sabía nada del Papa Noel. Llegué donde mi tía Mercedes y en el corredor encontré una muñeca.
Estaba tan sucia que mi primita la había olvidado.
La recogí y me la llevé a mi casa. La arreglé. Le cosí, la lavé y la hice secar al poco rato estaba casi nueva.
Ya era víspera de Pascua. Contenta estaba yo de haber metido la muñeca en la media para la pobre Pascualina. Y ella feliz por haberla encontrado. Como se arrodillaba agradecida, mirando sobre los árboles. Paso esa fiesta y la gente de su laya tenía envidia. Hablaba: - “A que carga de agua le habrán comprado esa muñeca. Tendrán bastante plata. -Hacerle creer que Papa Noel le ha puesto cuando ni Papá Dios se acuerdan de los pobres”.
De esa vez la chica paraba con nosotros haciendo los mandados de la casa.
Una mañana, nuestra gallina canto para que la viéramos. Mamá Bartola, una viejita ella fue la que dijo que alguien iba a morir en la casa.
Un día yo estaba entregada al juego cuando llegó la chiquita
Alminda. Atontada, dijo que Pascualina había muerto. Se había caído a la acequia grande por lavar su muñeca donde se resbaló, no pudo salir y fue arrastrada por el rio.
La gente me echó la culpa por haberle regalado la muñeca. Yo me asuste fui donde mamá Bartola ella me dijo que Pascualina estaba feliz en el cielo. Me fui a buscarla a los altos miraba al cielo y nada. Entonces agarré a la muñeca, le eché la culpa a gritos la llevé a la huerta y la quemé.
Su ceniza la bote al río. Al entrar a la casa, mamá Bartola muerta, estaba sentada en el patio con los ojos abiertos mirando al cielo como viendo a la Pascualina.

Autor: Eleodoro Vargas Vicuña
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