Santiago,
un joven pastor de ovejas, viaja hasta las pirámides de Egipto en busca de un
tesoro. Antes de llegar a las pirámides se encuentra con el mago que posee los
dos pilares de la sabiduría alquímica, mejor dicho, sabe destilar el elixir de
la larga vida y ha fabricado un huevo amarillo, la piedra filosofal, cuya
ralladura puede convertir en oro cualquier metal.
En
su agitado viaje hacia las pirámides de Egipto, el alquimista le ha revelado
con mucha sutileza al joven Santiago otro gran secreto: “Cada hombre sobre la
faz de la tierra tiene un tesoro que lo está esperando”. Luego, el alquimista
con mucha sabiduría le explica que si no todos hallamos ese tesoro es “porque
los hombres ya no tienen interés en encontrarlo”.
Santiago
había conocido al alquimista cuando paseaba por el Oasis. Santiago se había
enamorado de una hermosa muchacha llamada Fátima y no quería abandonarla.
El
muchacho le dice que no podría ir en busca de su tesoro por temor a perderla;
pero ella le asegura que toda mujer del desierto debe esperar con mucha
paciencia hasta que regrese el hombre de su vida.
Entonces
Santiago el alquimista viajan por el desierto, por un buen tiempo, siendo
capturados por un hombre de un campamento que los acusa de ser espías. El alquimista
explica a los hombres del desierto que ellos van en busca de la piedra
filosofal y son puestos en libertad después de un buen tiempo.
El
alquimista y Santiago, después de caminar un largo camino, llegaron a un
monasterio. El Alquimista, en ese lugar, le enseño a transformar el metal en
oro, y le entregó una barra de oro. Santiago partió solo y caminó durante tres
horas hasta llegar a las pirámides de Egipto.
En
ese lugar comenzó a cavar en busca del tesoro. De pronto unos hombres del
desierto aparecieron y lo golpearon hasta dejarlo tendido en el suelo, Santiago
les contó todo lo que había sufrido hasta llegar ahí.
Uno
de los hombres sintió mucha pena por Santiago y le contó que él también había
soñado que se hallaba en una vieja iglesia abandonada de España y encontraba un
tesoro, pero que él no era tan torpe para atravesar el desierto por un sueño
parecido.
Santiago
había logrado encontrar su tesoro. El muchacho regresó a España, al lugar donde
él una vez había tenido ese sueño, empezó a cavar muy ilusionado y halló el
tesoro que tanto había anhelado.
AUTOR : Paulo Coelho