Notas del alma indígena
¡Quién
sabe!
Indio
que asomas a la puerta
De
esta tu rústica mansión:
¿Para
mi sed no tienes agua?
¿Para
mi frío cobertor?
¿Parco
maíz para mi hambre?
¿Para
mi sueño mal rincón?
¿Breve
quietud para mi andanza?
-¡Quién
sabe, señor!
Indio
que labras con fatiga
Tierras
que de otros dueños son:
¿Ignoras
tú que deben tuyas
Ser,
por tu sangre y tu sudor?
¿Ignoras
tú que audaz codicia,
Siglos
atrás, te las quitó?
¿Ignoras
tú que eres el amo?
-¡Quién
sabe, señor!
Indio
de frente taciturna
Y de
pupilas sin fulgor:
¿Qué
pensamiento es el que escondes
En
tu enigmática expresión?
¿Qué
es lo que buscas en tu vida?
¿Qué
es lo que imploras a tu Dios?
¿Qué
es lo que sueña tu silencio?
-¡Quién
sabe, señor!
¡Oh
raza antigua y misteriosa
De
impenetrable corazón,
Que
sin gozar ves la alegría
Y
sin sufrir ves el dolor:
Eres
augusta como el Ande,
El
grande Océano y el Sol!
Ese
tu gesto que parece
Como
de vil resignación,
Es
de una sabia indiferencia
Y de
un orgullo sin rencor.
Corre
en mis venas sangre tuya,
Y,
por tal sangre, si mi Dios
Me
interrogase qué prefiero
-Cruz
o laurel, espina o flor,
Beso
que apague mis suspiros
O
hiel que colme mi canción-,
Responderíale
dudando:
-¡Quién
sabe, señor!