De vuelta a casa
Desde
mi cielo a despedirme llegas
Fino
orvallo que lentamente bañas
Los
robledos que visten las montañas
De
mi tierra, y los maíces de sus vegas.
Compadeciendo
mi secura, riegas
Montes
y valles, los de mis entrañas,
Y
con tu bruma el horizonte empañas
De
mi sino, y así en la fe me anegas.
Madre
Vizcaya, voy desde tus brazos
Verdes,
jugosos, a Castilla enjuta,
Donde
fieles me aguardan los abrazos
De
costumbre, que el hombre no disfruta
De
libertad si no es preso en los lazos
De
amor, compañero de la ruta.