Es una antorcha al aire esta palmera,
Verde
llama que busca al sol desnudo
Para
beberle sangre; en cada nudo
De
su tronco cuajó una primavera.
Sin
bretes ni eslabones, altanera
Y
erguida, pisa el yermo seco y rudo;
Para
la miel del cielo es un embudo
La
copa de sus venas, sin madera.
No
se retuerce ni se quiebra al suelo;
No
hay sombra en su follaje; es luz cuajada
Que
en ofrenda de amor se alarga al cielo;
La
sangre de un volcán que enamorada
Del
padre sol se revistió de anhelo
Y se
ofrece, columna, a su morada.