En el salón dorado: una armonía
Sus
manos de marfil en el teclado
Extraviadas
en pasmo de fantasía;
Así
los álamos agitan sus plateadas hojas
Lánguidas
y pálidas.
Como
la espuma a la deriva en el mar inquieto
Cuando
muestran las olas los dientes a la brisa.
Cayó
un muro de oro: su pelo dorado.
Delicado
tul cuya maraña se hila
En
el disco bruñido de las maravillas.
Girasol
que se vuelve para encontrar el sol
Cuando
pasaron las sombras de la noche negra
Y la
lanza del lirio está aureolada.
Y
sus dulces labios rojos en estos labios míos
Ardieron
como fuego de rubíes engarzados
En
el móvil candil de la capilla grana
O en
sangrantes heridas de granadas,
O en
el corazón del loto anegado
En
la sangre vertida del vino rojo.