En horas de insomnio
Me
voy de aquí, no quiero más oírme;
De
mi voz toda voz suéname a eco,
Ya
falta así de confesor, si peco
Se
me escapa el poder arrepentirme.
No hallo
fuera de mí en que me afirme
Nada
de humano y me resulto hueco;
Si
esta cárcel por otra al fin no trueco
En
mi vacío acabaré de hundirme.
Oh
triste soledad, la del engaño
De
creerse en humana compañía
Moviéndose
entre espejos, ermitaño.
He
ido muriendo hasta llegar al día
En
que espejo de espejos, soy me extraño
A mí
mismo y descubro no vivía.