RESUMEN: "las nubes" de Aristófanes
La
obra se inicia una noche cuando el agricultor ateniense Estrepsiades, no puede
conciliar el sueño, preocupado por los gastos y las deudas en que lo ha sumido
su hijo Fidipides y lo que es peor, los intereses que se le van a acumulando
cada veinte de mes. Fidipides pide a su padre que lo tome con calma, que no se
desespere y se eche otra vez a dormir.
Así
Estrepsiades recurre a un charlatán (Sócrates) para aprender retorica. En eso
ve a Sócrates en un cesto colgando del techo y lo llama; ¡Sócrates, Socratillo!
Quiero aprender a discursear, pues por la culpa de los intereses y de los
acreedores, me veo despojado y saqueado. Fue así como se inicia un largo dialogo
con el célebre filosofo al cual Aristófanes ridiculiza. Luego Sócrates invoca a
las nubes celestiales (entra el coro de nubes representada por mujeres) que
según Sócrates facilita el pensamiento, la dialéctica, la inteligencia, las
invenciones novedosas y hasta desconcierta el auditorio para tenerlo a raya.
Pero
a Estrepsiades se le hace difícil aprender y se ve obligado a exigirle a su
hijo, a que se dirija al cabiladero. Fidipides aprenderá los conocimientos del
argumento peor quien hará de él, un hábil sofista. Ambos se dirigen al
cabiladero.
Pasado
un corto plazo de tiempo, el hábil alumno aprende las rápidas lecciones del
argumento peor, que Sócrates había llevado aquel día a escena. Fidipides, ahora
instruye bien a su padre para que ya no tema el día – viejo y nuevo (día en que
los acreedores consignaran el monto, más los intereses que les debe pagar
Estrepsiades). Con una serie de argumentos, Estrepsiades se niega a pagar, al
acreedor.
1.Por
las doce minas que recibió para comprar un caballo, y al acreedor.
2.Por
lo que su hijo Fidipides recibió una cierta cantidad de dinero prestado. Todo
marchaba bien, pero de pronto repentinamente, Fidipides comienza a castigar a
su padre, a pegarle, todo fue después de la fiesta que hicieron. Fidipides contestaba
a todas las pretensiones del padre de manera contraria y utilizando su basta
retórica y sofismas aprendidos. Entre palabras y palabras la discusión se había
acalorado.
-Fidipides.
- ¿me pagabas cuando era niño?
-Estrepsiades.
Sí, por ser cariñoso y preocuparme por
ti.
-Fidipides.
Pues, dime, ¿no es justo que yo sea cariñoso contigo de la misma manera y te
pegue, puesto en que eso consiste en ser cariñoso? (…)
Los
hijos lloran, ¿crees que el padre no ha de llorar?, tu afirmaras que a costumbre hace que eso
siempre sea cosa de los hijos; pero yo podría contradecirte diciendo que “los
viejos son dos veces niños” y es más natural que lloren los viejos que los
niños o los jóvenes itálica. Así, continuaba el disciplinado fidipides
envolviendo con una serie de argumentos a su padre en su locuaz lenguaje. El
viejo Estripsiades probaba de su propia medicina. Arrepentido y acongojado
quería matar a Querofonte y Sócrates.
Luego
se dirige a una estatua del dios Ermes, pidiendo que se compadezca de él y sea
además su consejero. Así, Estrepsiades apoyado por su esclavo Jantias, decide
incendiar la casa de los charlatanes.
Sócrates
y sus discípulos huyen perseguidos por estos últimos.