RESUMEN:
Fue
publicad en 1847, casi un año antes de la muerte de Emily. Bajo el seudónimo de
Ellis Bell, la novela es narrada en primera persona y sus protagonistas se ven
rodeados por una naturaleza agreste, la misma que rodeara el presbiterio del
reverendo padre de las Bronte y que a su vez también fue cementerio para la
familia, cuyo extraño sino parece haber sido precisamente ése, el de la muerte,
iniciado con el de la madre, Maria Branwell, a quien la tuberculosis había
cortado el aliento para siempre.
Así
como también corta el aliento espiritual, por momentos, la historia de esta
magnifica y extraña obra, cuya trama constituye una predicción de lo que seria
la novela postvictoriana.
A
casa de la familia Hearnshaw un buen día llega el padre, con un pequeño gitano
llamado Heatchcliff, a quien había recogido por caridad y siempre prodigó
educación y cuidados con el mismo afecto que Hindley y a Catalina, sus propios
hijos.
El
primero de carácter brusco, siempre le demostró al “huésped” un odio
encarnizado; lo contrario sucedía con Catalina, en la cual Heatchcliff había
depositado sus impetuosos afectos, que poco a poco fueron correspondidos. A la
muerte del viejo protector, Hindley descarga con mayor crueldad toda su
hostilidad sobre Heatchcliff, quien encuentra alivio y protección en los brazos
de Catalina.
Un
día en el impulso de soberbia, esta afirma que nunca descendería tan bajo como
para casarse con Heatchcliff, a pesar del escabroso amor que este le despertaba.
Herido en su exuberante y ciego orgullo, el joven se marcha de la casa y
regresa al cabo de tres años con una significativa fortuna y aún más
significativo deseo de venganza. Pero se encuentra con una situación deferente
a la que existía cuando se marchó.
Por
un lado Hindley, quien había estado lejos por mucho tiempo, se encontraba de
regreso, casado y con un hijo de nombre Hareton, en quien Heatchcliff comenzó
por descargar todo su deseo de venganza, negándole educación y asignándole
solamente trabajos rudos como los que alguna vez tuvo que realizar por orden
del padre de éste. Lo hizo aprovechando que, esta vez, las circunstancias
económicas de Hindley no eran muy prosperas como para no aceptar el “apoyo” de
alguien que si contaba con recursos suficientes.
Por
otro lado Catalina, al igual que su hermano, también había contraído nupcias
con un desaliñado y pusilánime vecino de la finca, llamado Edgar Linton. La
consternación que produce la noticia llega un punto tal que Heatchcliff
desborda su odio y deseo de venganza sin importar las consecuencias. Decide
entonces casarse con Isabel Linton, hermana de su enclenque rival con el único
propósito de maltratarla y de paso maltratar a toda la familia y a la misma
Catalina. Su empeño alcanza proporciones que él mismo se hubiera imaginado,
pues ante la presión que ejercita a través de la cuñada y los constantes
conflictos que se veía sometida, Catalina encuentra la muerte al dar a luz a
una hija, que llevará el nombre de su madre.
Heatchcliff
por su parte, también tiene un hijo con Isabel, quien, debilitada y humillada
por los injustos tratos de su marido, también muere. La mezquindad de éste
parece agigantarse con los años y no contento con sus mortíferas hazañas y para
culminar apoderándose de la fortuna de los Linton, obliga a la hija de su
“amada” Catalina, Kathy, a casarse con su enfermizo y repugnante hijo. También,
después, Kathy queda viuda y en su soledad dirige sus afectos a Hareton; éste
los corresponde profundamente y por ellos se educa apoyando a su amada,
mientras Heatchcliff, ya disminuido y agotado, es invadido por un único deseo:
la unión definitiva con Catalina en la eternidad, la muerte, cuando ésta por
fin llega, Kathy y Hareton pueden entonces unirse y ser felices, contrariando
los malignos propósitos del difunto.
Así
termina esta hermosa y enrarecida historia escrita por uno de los mas
aristocráticos espíritus líricos que haya tenido jamás Inglaterra, concebida en
medio de un desolado y marchito paisaje de Landa y un frió tétrico patio que a
su vez servia de mausoleo familiar.